10 de junio de 2013

HISTORIA DE LOS BARRIOS: MONSERRAT.

Su nombre se debe a la creación y construcción en 1756 de la Capilla o Iglesia de Nuestra Señora de Monserrat que pertenecía a la Hermandad y Cofradía de Nuestra Señora de Monserrat.- El actual templo de Nuestra Señora de Monserrat, sito en la Avenida Belgrano 1151, reemplazó en 1865 al edificio primitivo.
Recién en el año 1769 al procederse a una nueva división eclesiástica del municipio, ya que en el año 1747 se había intentado pero sin éxito, aparece el Barrio de Monserrat, con la creación de la Parroquia del mismo nombre.
A causa de que la población de la Ciudad se iba extendiendo y aumentando, el Gobernador don Francisco de Bucarelli y Ursua aprobó la propuesta de la división, mediante auto del 3 de Octubre de 1769, encomendando al entonces obispo don Manuel Antonio de la Torre, quién por auto del 3 de Noviembre del mismo año creaba los límites de las parroquias de Buenos Aires, figurando entre ellas la Parroquia de Monserrat. 

                                

  

El Barrio de Monserrat, es el casco histórico y la cuna de la patria, ya que en su égido se desarrollaron los acontecimientos políticos que dieron origen al Primer Gobierno Patrio.
El Cabildo de Buenos Aires, la Manzana de Las Luces, La Plaza Mayor, hoy Plaza de Mayo, la Iglesia de San Juan Bautista, entre otros, eran y siguen siendo parte de la historia de Monserrat y de la Argentina.

7 de junio de 2013

HISTORIA DE LOS BARRIOS: MATADEROS.

Zona de quintas y de escasa población, verdaderamente más cerca del campo que de la ciudad, en el siglo pasado el barrio se conocía como "Nueva Chicago" (de allí el nombre del tradicional equipo de fútbol, y Club Social Deportivo del barrio), pero después del traslado a esa zona de los corrales y mataderos que se encontraban, hasta 1901, en lo que hoy conocemos como Parque de los Patricios, su nombre cambió por el actual de "Mataderos" y su fisonomía se alteró notablemente sin perder por ello su condición de punto de encuentro con el campo. 

  

                                   
  
 

El 14 de abril de 1889 auspiciada por la Municipalidad fue colocada la piedra fundamental. Poco a poco esta zona se fue integrando con una gran cantidad de matarifes y gente relacionada con la industria de la carne, como así también aquellos paisanos que arreaban las reses que llegaban por ferrocarril y luego eran trasladadas al Matadero.
A partir del año 50 tanto el Mercado Nacional de Hacienda como el Frigorífico, pasaron a depender del Ministerio de Economía. 
También se creó en esos años el Instituto Ganadero que fue formado por los aportes del Frigorífico y del Mercado. Hasta 1952 existió este Instituto hasta que se creó el Instituto Nacional de Carnes.

5 de junio de 2013

5 DE JUNIO : DÍA MUNDIAL DEL MEDIO AMBIENTE

                      

HISTORIA DE LOS BARRIOS: LINIERS.

Se le dio el nombre de Liniers, por el Virrey Santiago de Liniers Bremond, que fue un gran benefactor de las Hermanas Hijas del Divino Salvador que estaban radicadas en el lugar. Hacia el año 1910 se construían casas para familias de obreros y gente del ferrocarril, se vendían terrenos y se adoquinaba Rivadavia frente a la estación de Liniers, lo que facilitó que se pudieran colocar los rieles de los tranvías. 
En el año 1911 se contó con el tranvía eléctrico, dando la posibilidad de acercar a los vecinos a otros barrios. A ello hay que agregar la estación ferroviaria que dio un gran impulso al barrio. 
En el año 1913 surgió lo que fue llamada Ley Cafferata, que impulsaba la construcción de Casas Baratas. La Municipalidad contrató a la Cía. de Construcciones Modernas, para la construcción de 1000 casas para que fueran accesibles a empleados y obreros. Este acuerdo no llegó a buen término debido a que la compañía llegó a construir tan sólo 500 viviendas diseminadas en diferentes barrios, no cumpliendo con el contrato estipulado. Al rescindirse el contrato con esta compañía estas casas pasaron a ser propiedad de la Municipalidad. 
Arroyo Maldonado: "El arroyo Maldonado era uno de los límites naturales de la ciudad, antes de que se incorporaran los entonces pueblos de Belgrano y Flores. Debe su nombre a la leyenda de "la Maldonado", una mujer que vino con Don Pedro de Mendoza en el año 1536, y que fuera librada a su suerte en la llanura en las márgenes del arroyo. Este se convertiría en un depósito de basuras y desperdicios. Cuando llovía, recibía el agua de una gran superficie de terrenos, del que era desagüe natural, y se transformaba en una enorme laguna de agua sucia, por ello era pintoresco pero muy temido por sus desbordes y por ese motivo los terrenos adyacentes a él quedaban desvalorizados. 





                          




  

 Las autoridades decidieron que el arroyo sería entubado, como solución definitiva para los múltiples problemas que ocasionaba su curso a través de una ciudad que se extendía cada vez más 'tierra adentro'. En el año 1929 se comenzó a trabajar en las excavaciones. Luego de este importante trabajo, que ocupó centenares de obreros y máquinas que fueron traídas del exterior, se emprendió la segunda etapa: un verdadero alarde de ingeniería que consistía en levantar columnas destinadas a soportar una losa gigantesca. Fue la obra de más trascendencia que fuera realizada en esa época en la Capital, fue proyectada por Obras Sanitarias dela Nación, como parte integrante de un amplio plan de desagües pluviales de la metrópoli. Luego de entubado el arroyo, se construye sobre él una amplia calle
- primero de tierra
- y en el año 1936 se resuelve construir la actual Juan B. Justo. Bajo ésta corre entubado el arroyo, y en su trayecto por la ciudad, cruza los barrios de Liniers, Villa Luro, Vélez Sarsfield, Santa Rita, Villa General Mitre, Villa Crespo y Palermo."
- Información obtenida de los posters desplegables realizados en el marco del Programa "Patrimonio de los Barrios: Ningún futuro sin pasado", desarrollado por la Dirección General de Patrimonio, en el año 2004. Fragmentos del libro: "Historia y leyenda del arroyo Maldonado" Cuadernos de Buenos Aires XXXVIII. Diego A. Del Pino . Setiembre 1971 -.

3 de junio de 2013

HISTORIA DE LOS BARRIOS: LA BOCA.

Los historiadores coinciden en señalar a la Boca como el lugar en donde Pedro de Mendoza fundó la ciudad de Santa María de los Buenos Aires, en 1536. Desde los primeros tiempos la boca del Riachuelo fue el puerto natural de Buenos Aires. Su poca profundidad no permitía navíos de calado considerable, a lo que se sumaban los bancos de arena que causaban no pocos problemas, ya que el canal de entrada tampoco era precisamente profundo, a ello era preciso sumarle las crecientes y bajantes. No obstante los inconvenientes el Riachuelo continuó desde fines del siglo XVI hasta fines del siglo XIX en plena vigencia. Numerosos fueron los proyectos que la necesidad de un puerto de envergadura generó teniendo en cuenta el lugar, uno de ellos, obra del Ing. Carlos Pellegrini, proponía estrechar la desembocadura del Riachuelo cerrando parcialmente su salida con una esclusa, para que éste aumentara su caudal, profundizando su canal de acceso. Proyectos y discusiones sobre su viabilidad y utilidad continuaron hasta que por fin se aprobó el presentado por Eduardo Madero, desechándose el del Ing. Huergo que propiciaba centrarlos en el Riachuelo. El nuevo puerto, concentrado más al norte, significó el progresivo deterioro del Riachuelo. No obstante esto él continuó siendo el símbolo del barrio de La Boca y es imposible concebir al uno sin la otra y viceversa.
A fines del siglo pasado La Boca ya era un barrio en el que había una fuerte presencia italiana con preponderancia de origen genovés. La inmigración en el Río de la Plata incorpora al país elementos distintivos que van creando modos, hábitos, expresiones nuevas en su vivir. La presencia del italiano señala aportes excéntricos en la elaboración de su sociabilidad. Paulatinamente van cobrando rasgos propios los núcleos a los que ellos aportan sus peculiaridades. En verdad, Italia era en esos días un mosaico de nacionalidades y esa su policromía se reflejó también en nuestra tierra y sobre todo en La Boca. Porque La Boca fue la zona de Buenos Aires que recibió mayores caravanas de esa procedencia. Entre todas ellas la preponderancia del genovés vendría a librarla, más tarde, de un desastre etnográfico que hubiera sido peligroso para su cohesivo desenvolvimiento.
Junto al italiano -en toda su diversidad cromática- al lado del predominio ligur, siempre se advirtió la existencia de los sectores constituidos por dálmatas, españoles, griegos, y algunos dispersos grupos de franceses y sajones.
Aunque las condiciones geográficas siempre fueron muy adversas, se asentaron allí las famosas "barracas", que eran construcciones muy humildes donde se almacenaban diferentes productos, se curtían cueros etc. Como era un lugar típico de marineros de paso, se abrieron numerosas pulperías. Eran tantos los italianos, que en 1882 un grupo de genoveses firmó un acta que enviaron al rey de Italia comunicándole que habían constituido la República de la Boca. Inmediatamente, el entonces presidente argentino, Don Julio A. Roca hizo quitar la bandera genovesa izada en el lugar y puso fin al conflicto.
Los habitantes de La Boca, fueron siempre divertidos, ruidosos y melancólicos. Hablaban el dialecto xeneixe -el de los genoveses- como si estuvieran en su tierra. Eran muy trabajadores y fraternales, al punto que formaron varias instituciones de apoyo comunitario. Editaron diarios, fundaron clubes deportivos y culturales. Dada su gran sensibilidad para el arte, en el barrio han nacido cantores, músicos, poetas y artistas plásticos, muchos de los cuales han ocupado lugares relevantes en la preferencia popular.
Es muy conocido por su dotación de bombero voluntarios tanto por su trabajo profesional como por su trabajo en la comunidad. 



                        


  

La Boca es, sin lugar a dudas, un barrio con personalidad, y ésta lo debe en parte a su particular arquitectura. Claro está que ello no es ajeno a sus habitantes y al emplazamiento del barrio junto al Riachuelo.
En sus orígenes sus casas fueron de dos tipos: de madera o de chapa, ambas con balcones de hierro. Aún es posible encontrarlas en considerable número de ejemplos. Ellas son en realidad la imagen de La Boca.
Sus fachadas de chapa acanalada se combinan con las carpinterías de madera enriquecida por variadas molduras que hacen juego con las cenefas. Pero no sólo se utiliza la madera, también fueron comunes los cerramientos de varillas de madera superpuesto formando rombos que separaban las galerías superiores del balcón o creaban un espacio, cerrando en parte la galería de entrada, en planta baja. Este "treillage" no era una simple decoración, sino por el contrario, su intención estaba dirigida a la protección de los rayos del sol.
El origen de los colores diversos, deviene de los sobrantes de pintura que los marineros traían a sus casas, como la pintura era costosa, y la cantidad escasa para pintar toda la casa de un mismo color, se aprovechaba hasta la última gota, por lo tanto, se pintaba primero los marcos hasta agotarla, para pasar luego a las paredes y pintar hasta donde alcanzara. La madera como motivo ornamental llegó a utilizarse hasta en los barandales de coronamiento, formados por paños de rejas de hierro forjado, separados por elementos cuadrados o rectangulares de tablas superpuestas, sobre las que se aplicaban recuadros moldurados.
Podría decirse que las líneas horizontales eran, o son, una característica de La Boca. Los largos tablones superpuestos en las casas de madera y la acanaladura de las chapas en las otras comentadas, se sumaban al imitado corte piedra de los edificios construidos en ladrillo revocado que, por supuesto, adoptaban el estilo italiano del momento. Estas construcciones de material son un capítulo aparte, ya que coinciden con el paulatino enriquecimiento de muchos de los habitantes del lugar, que encariñados con el barrio, se quedaban en él levantando viviendas que en su interior acumulaban muebles y objetos artísticos con su nueva condición.
Esta creciente prosperidad se materializó en la preocupación por dotar a las viviendas de los últimos adelantos, o quizá cabría decir siguiendo las últimas modas. Así aparecieron en estas casas de material de planta baja y primer piso, las grandes mamparas con vitrales o vidrios de colores neutros, verdes, rojos o azules, y los techos decorados. Sin embargo es interesante destacar que muchas de estas casas alternaban con las tradicionales de chapa o madera con techos de chapa a cuatro aguas; en contraposición con las de terraza, para ese tiempo "modernas"

30 de mayo de 2013

HISTORIA DE LOS BARRIOS: FLORESTA.

El ferrocarril del Oeste llegó en el año 1857 y a la estación se la denominó Floresta. En 1888 cambió su nombre por el de Vélez Sarsfield. La estación cabecera de este ferrocarril estaba en el lugar que hoy ocupa el Teatro Colón. En Floresta nació la primera línea de colectivos que recorría las calles Rivadavia y Lacarra hasta Primera Junta. El propulsor de este servicio, tan típico de la Cdad. de Bs. As., fue Don Manuel Rosendo Pazos. 


                           


La zona fue llamada "de La Floresta" y el origen del nombre tiene dos versiones. Unos dicen que se le dio ese nombre porque es un sitio donde abundan las plantas, los árboles y las flores, otros aseguran que es porque antiguamente existió un local público de recreo de propiedad de un señor Soldati, que se llamaba "kiosco de La Floresta", que estaba ubicado justo en la mitad de la cuadra del pasaje Chilecito, entre Bahía Blanca y Joaquín V. González. Era una especie de café, donde por la noche se sumaban la música y mujeres de la noche que lo hacían aún más animado. 
Durante muchos años existieron sólo quintas y en las lagunas, formadas por el arroyo Maldonado y por las lluvias, se practicaba la pesca. 

29 de mayo de 2013

HISTORIA DE LOS BARRIOS: FLORES.

Su nombre, San José de Flores, es compuesto. El primero, San José, corresponde al patrono elegido para velar por la primera capilla del lugar; el segundo, es el apellido de Juan Diego Flores, quien invirtió gran parte de su cuantiosa fortuna en tierras que luego formarían el barrio. 
Fue muy famoso por sus quintas enormes, generalmente usadas en temporada estival, pero sobre todo por la personalidad de sus ocupantes, así pues, el mismo Juan Manuel de Rosas tenía su establecimiento de campo cerca de Flores, además era asiduo visitante de la quinta de los Terrero, socio, compadre y a veces, su apoderado judicial. La quinta de Terrero estaba ubicada en lo que actualmente es la Av. Rivadavia 6440. Se hacían allí grandes fiestas y reuniones políticas. Es en el portón de esa quinta dónde Manuelita Rosas despidió a su Máximo, cuando éste partía a la batalla de Caseros, como ayudante de su padre, ocasión en que le obsequió su pañuelo, bordado por ella misma y que hoy se conserva en el Museo.
El Gral. Urquiza instaló en el barrio su casa quinta después de Caseros, a la que llamó Palacio San José. Se ubicaba entre la calle de la Federación (hoy Av. Rivadavia) y Carabobo. En esa casa fue donde Urquiza, promulgó la Ley Fundamental y la mandó imprimir. Allí se juró y comunicó a todo el país. En ese mismo lugar se firmó el Pacto de Unidad Nacional en noviembre de 1859, en el que se reintegra la provincia de Buenos Aires a la Confederación.
Se podrían enumerar cientos de quintas de personajes importantes, pero vamos a limitarnos por ahora solamente a la del inglés Eduardo Mulhall, llamada "Lambaré", en homenaje al cacique del mismo nombre.
Dicen que su dueño era un personaje muy querido y elegante, vestido siempre de levita y portando galera de copa gris, de tan buenos modales que lo llamaban "el inglés bueno". Sus jardines eran especialmente reconfortantes por el perfume de los eucaliptos, y pinos que actuaban como un sedante que invitaba a la meditación, Entre otros, fue muy visitada por su vecino, el Gral. Roca, quien gozaba de los jardines y de la compañía del inglés, matizando sus encuentros con el juego de ajedrez. 
En la iglesia del lugar se realizaron los funerales de Manuel Dorrego y en la plaza del pueblo se fusilaban, en pelotones, a los opositores de Rosas. En 1857 se inauguró la primera línea de ferrocarril que iba desde la actual Plaza Lavalle hasta La Floresta. 

 
  
                                

Hay una comunidad judía muy grande que, venidos desde Damasco y Alepo, se insertaron en Flores de una manera distinta a la de otros lugares. Han crecido, y se han desarrollado y no han querido emigrar. Se han aquerenciado y las nuevas generaciones aún siguen afincadas en el lugar, especialmente en la calle Avellaneda entre Nazca y Campana y sus adyacencias. 
Los armenios también se establecieron fuertemente en el sur de Flores, construyendo un barrio de 200 casas. Se dedicaron al calzado y a la construcción, compitiendo con los italianos que eran famosos en el ramo. 
También se los conoció como "tacheros" por su habilidad para arreglar ollas, palanganas y otros objetos metálicos por el estilo. 
Hablando de las distintas comunidades, no se puede dejar de mencionar a la vasca, tan ruidosa como pintoresca. Agrupados cerca de la estación, esperaban los tachos de leche para repartirla a caballo, con sus boinas negras, sus clásicas alpargatas y sus anchos pantalones ceñidos en el tobillo sostenidos por la ancha faja en la cintura. Eran típicos frecuentadores de pulperías y boliches. Así fueron creciendo esos locales con nombres que luego jamás se olvidarían, como la del Vasco Milonga, la del Colorado, la de la Vasca. Muy famosa fue La Paloma, de Culpina y Alberdi, donde se inspiraron payadores y poetas nuevos sinónimos de bravura y de guapeza. Es allí donde Enrique Cadícamo escribió su tango.
"Compadrón" que se iniciaba con la famosa cuarteta:
"Compadrito a la violeta 
si te viera Juan Malevo
que calor te haría pasar...".